Philippe Katerine, el pitufo azul semidesnudo en la ceremonia de los Juegos Olímpicos, y grupo interpretando 'La última cena'. |
La ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París 2024 ha generado controversia entre sectores de la derecha populista y religiosa de Estados Unidos y otros países. Las críticas se centraron principalmente en una escena que parecía representar la Última Cena, pero con drag queens.
Una drag queen es una persona, generalmente un hombre, que se viste y actúa con un estilo exagerado y teatralmente femenino, a menudo con fines de entretenimiento. Las drag queens suelen usar ropa llamativa, maquillaje elaborado, pelucas y accesorios para crear personajes que a menudo son extravagantes.
Durante la ceremonia, el actor y cantante francés Philippe Katerine apareció como el dios griego Dionisio, pintado de azul y con solo un ramo de flores cubriendo su modestia, en lo que algunos interpretaron como una versión moderna de la famosa pintura de Leonardo da Vinci.
Mientras que algunos espectadores disfrutaron de esta exhibición, otros, especialmente aquellos con creencias conservadoras o cristianas, se sintieron ofendidos. Jenna Ellis, exabogada de la campaña de Donald Trump en 2020, expresó su descontento en redes sociales, describiendo la escena como una burla de la Última Cena con figuras queer y trans.
Ellis criticó la ceremonia por contener "simbolismo pagano y satánico manifiesto". La Última Cena, un tema recurrente en el arte cristiano, representa la última comida de Jesús con sus apóstoles antes de su crucifixión. La recreación artística moderna provocó fuertes reacciones de figuras conservadoras y religiosas.
Algunas figuras públicas, como el pateador de los Kansas City Chiefs, Harrison Butker, y el obispo Emmanuel Gobillard, portavoz del Vaticano para los Juegos Olímpicos, también expresaron su descontento, describiendo la representación como ofensiva y fuera de lugar. La política francesa de extrema derecha, Marion Marechal-Le Pen, y el empresario Elon Musk, se sumaron a las críticas, acusando al evento de estar "woke".
El término "woke" se ha utilizado de manera más amplia para describir la conciencia y el activismo relacionados con una variedad de causas progresistas. Sin embargo, "woke" también ha adquirido una connotación más peyorativa, en particular entre los críticos que lo utilizan para describir lo que perciben como una corrección política excesiva o una demostración de virtud. En este contexto, ser "woke" puede implicar un compromiso exagerado o performativo con las causas progresistas.
Con opiniones divididas, el debate sobre la interpretación de la escena se extendió por las redes sociales. Mientras que algunos señalaron que la Última Cena ha sido parodiada muchas veces desde que Da Vinci la pintó, otros, como el obispo Robert Barron, cuestionaron si se habría permitido una burla similar de una escena del Corán, sugiriendo una falta de respeto hacia el cristianismo.
La libertad de expresión en Francia, que ha permitido críticas a diversas religiones, ha sido defendida en medio de la polémica, recordando incidentes como el ataque a Charlie Hebdo en 2015 por caricaturas del profeta Mahoma. Barron, en un mensaje de video, instó a los cristianos a no ser tímidos y a resistir tales provocaciones, haciendo oír sus voces en defensa de sus creencias.
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