El oxígeno constituye una quinta parte del aire que respiramos, pero es el
componente más vital, y parece estar disminuyendo.
Los niveles de oxígeno atmosférico están fundamentalmente vinculados a la
evolución de la vida en nuestro planeta, ya sea en el oceano o en tierra, así
como a los cambios en los ciclos geoquímicos relacionados con las variaciones
climáticas. La quema de combustibles fósiles también consume mucho oxígeno
libre. Afortunadamente, la atmósfera contiene tanto oxígeno que no corremos
peligro de que se nos acabe pronto.
Las estaciones de monitoreo apuntan a una pérdida anual de solo una molécula de oxígeno por cada cinco millones de moléculas de aire. También han encontrado indicios de que el ecosistema está compensando parte de la pérdida.
El oxígeno atmosférico del que dependemos como seres humanos proviene
principalmente del océano. Aproximadamente el 70% del oxígeno en la
atmósfera proviene de plantas marinas y organismos similares a las plantas.
Estas plantas que viven en el océano liberan oxígeno molecular como un
producto de desecho de la fotosíntesis, al igual que la mayoría de las
plantas.
Los científicos han buscado durante mucho tiempo reconstruir cómo los
niveles de oxígeno atmosférico fluctuaron en el pasado y qué podría
controlar estos cambios.
La concentración atmosférica de oxígeno es del 21%, pero el mínimo requerido
para los humanos es de aproximadamente el 17%, por lo que solo un poco menos
de 1/4 de la atmósfera tendría que ser respirada antes de que la concentración
no pudiera soportar a los humanos.
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