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Biografía de Hilario Ascasubi.

Retrato lírico del autor de "Santos Vega" Hilario Ascasubi
Por Nicolás Fusco Sansone, escritor hijo de inmigrantes italianos, nacido en Montevideo el 3 de octubre de 1904-1969.
Podemos entrar en la vida dramática de este "gauchi-poeta" argentino —como él gustaba llamarse— a través de los siempre amados caminos de la leyenda. El nacimiento de algunos poetas suele tener sugerencias simbólicas. Así el de Virgilio, el poeta de Augusto que exaltó en magníficos cantos eternos, identificándolos, a la naturaleza, al hombre ya sus instrumentos.
Cuenta Suetonio, historiador del siglo I y secretario de Adriano, que la madre del futuro cantor de las mieses y los rebaños, tuvo antes de nacer éste, un sueño alegórico. La esperanza del hijo, su primer hijo, acariciábale las entrañas. En el sueño a su lado vio al hijo presentido, pero ya crecido no en carne y huesos sino bajo la forma de un joven laurel. Pasó el tiempo y un día de mercado el matrimonio deja el pueblecillo de Andrés y se dirige a la ciudad de Mantua. Al regreso, a la vera de un camino y en pleno campo, nace un niño. Es el poeta de las "Eglogas" de las "Geórgicas" y de la "Eneida". En el lugar de su nacimiento y de acuerdo con el ritual, plantóse un álamo que asombró por la rapidez de su crecimiento.

Por el camino de Córdoba a Buenos Aires
Noche tempestuosa del año 1807...
Una caravana que hace la travesía de Córdoba a Buenos Aires, detiene su marcha no muy lejos de un rancherío denominado "Fraile Muerto", hoy la ciudad llamada Bell-Ville en homenaje a un yanqui que pobló el lugar.
Las circunstancias obligan a detenerse en pleno campo, porque una de las mujeres viajeras siente los dolores del alumbramiento.
La noche de la pampa cada vez más cierra su apretado anillo de sombras.
Bajo una de las carretas del convoy se improvisa el lecho puerperal. Muévense atareados, los hombres, pues ya pasó el momento de la sorpresa y dominan serenamente la situación.
Ya está próximo el nacimiento de una nueva vida que tendrá, según las bellas palabras de Ricardo Rojas, una "cuna presagiosa" al venir al mundo "sobre el salvaje lecho del herbazal pampeano".
Cercano el amanecer nace un niño, futuro poeta de los campos rioplatenses, bravío cantor de las libertades y enemigo insobornable de todas las tiranías.
En la pampa, al amanecer, como en el segundo canto de su "Santos Vega":
Venía clareando al cielo
la luz de la madrugada,
y las gallinas al vuelo
se dejaban cair al suelo
de encima de la ramada.
Al tiempo que la naciente
rosada aurora del día,
ansí que su luz subía,
la noche oscura al poniente
tenebroso descendía.
y como antorcha lejana
de brillantes reverbero
alumbrando al campo entero,
nacía con la mañana
brillantisimo el lucero.
Entre el alboroto de los pájaros y los albores de la nueva madrugada, festejóse el nacimiento de un niño que —como en el mito de Santos Vega— nació cantor y moriría cantando.
Todo esto acaecía el 14 de enero de 1807 en el camino de Córdoba a Buenos Aires.
Ambas márgenes del Plata vivían dramáticos tiempos de guerra.

Niñez libre
Su infancia tocada por un permanente afán viajero —no olvidemos que su nacimiento fue apadrinado por la ilimitada aventura de los caminos— no aceptaba resignadamente los carriles de la disciplina escolar. Más que el oscura y triste aula ama la incitante y variada vida de la calle o una dulce vagancia azarosa por la rivera del río de su ciudad.
Nada le dicen las muertas imágenes de los libros ni el paciente estudió sujeto a método. Presiente con Emerson, que "la maestra más elocuente y experimentada de toda disciplina es la realidad" y por eso busca diariamente el encuentro con los actos de los hombres, más elocuentes y eficaces que todas las palabras.
En su pecho de niño sin temores no sé albergan las hadas de todos los cuentos infantiles. Él está abierto a las rudas experiencias de los hombres fuertes: gauchos, marineros, guerreros...
Sabe que el mundo es ancho y que el peligro fortalece el alma. Ya tiene doce años y en su corazón, con ritmo incesante, suena el llamamiento de la invitación al viaje. Nació con el signo del nomadismo y siento un deseo perenne de andar. Sus ojos comienzan a huronear la noche del puerto más cercano y sus oídos captan el llamamiento de las sirenas.

En el limen de la adolescencia
Fascinado, con las primeras sacudidas aventuras de la pubertad, cada vez se aproxima a la realización —que fuera soñada— del viaje. Sus 12 años palpan, tangible, sobre la monotonía de lo cotidiano, la evasión. ¡Viajar!  ¡Viajar! ¿Hacia dónde? ¿Y cómo? No importa. Estas interrogaciones son de tipo sedentario. Él no se aquerencia. Le acongoja la inmovilidad de lo habitual; lo que se repite le parece —en el bello ímpetu vital de la adolescencia— una contundente negación de la vida.
Ama como Cervantes, Gorki, Darwin, Hudson, Walt Whitman, Panait Istrati, Munthe —¡y tantos otros!— la ilimitada libertad de los caminos. En ellos levanta su solida escuela —al margen y por sobre todos los métodos— la experiencia humana, fuerte y fecunda madre de famosísimos ingenios preclaros.
En la escuela de los caminos realizó provechoso aprendizaje del futuro payador de los gauchos unitarios y hasta en los mismos seudónimos con los cuales firmara su producción satírico-política, nótase cierta nostalgia evocadora de cielo y amaneceres. ¡Paulino Lucero y Aniceto el Gallo!

"La Rosa Argentina"
Año 1819. Ascásubi tiene 12 años y frecuenta la amistad de marineros y aventureros. Las lejanías desconocidas despiertan una rara zozobra en su alma ávida de cosas nuevas, sobre todo de noche, cuando llega hasta sus oídos una confusa música de melancolía áspera característica de todos los puertos.
Recoge la noticia de que un barco flamante, "La Rosa Argentina" realizará su primer viaje. ¿Hacia dónde? ¡No le importa su destino! ¡Lo esencial es viajar! Y ya le tenemos, en su decisión, convertido en el grumete de la nueva nave.
En este primer viaje realizado a los 12 años conoce la Guayana Francesa Norte América y Bolivia. La expedición regresa a Buenos Aires en 1822. Ascasubi, poeta y gaucho, ha enriquecido su expresión en contacto con gerentes y cosas del mar. Tiempo después Paulino Lucero podrá expresarse así:
Era un barco...tamañazo!
de madera de mi flor
y tenía de largor,
como 2 tiros de lazo.
En la barriga tenía
un pozo donde se apiaba
la gente que traginaba
en pura carbonería.
Arriba los comendantes
rodeados de la oficialada,
y mucha marinerada,
con sombreros relumbrantes.
Que a unos horcones tan altos
que en las nubes se perdían,
por unas cuerdas subían,
de tropel y dando saltos.
Abajo había cuarteles
y corrales y galpones;
y encima grandes cañones
con rondanas y cordeles.
Y un cañuto temerario!
enterrao yo no sé cómo,
en lo más ancho del lomo
y más allá un campanario;
y luego en cada costao
una rueda con aletas
que no he visto ni en carretas
de esa laya de rodao.



Síntesis de su vida heroica y ejemplar
Ascasubi cuenta quince años al regreso de su primer viaje. No detiene sus actividades en la escuela de los caminos. Pleno de iniciativas tendientes a elevar el nivel cultural de su patria, se dirige a Salta, monta una imprenta y funda la "Revista de Salta". En esta publicación aperecen con el "Canto a la victoría de Ayacucho", sus primeros versos. Las circunstancias le obligan a dejar su pacífica labor de impresor y editor, para iniciarse como soldado, en 1826, en la batalla de Ituzaingó.
Regresa a la Argentina y actúa en el partido unitario junto al general Lavalle. Después es perseguido por la tiranía rosista y como sus hermanos de ideales, Mármol y Rivera Indarte es encarcelado y sufre el glorioso martirio de los defensores de la libertad.
Ascasubi, para salvar su vida que consideraba perdida, audazmente llega a la azotea de la cárcel y desde una altura que oscila entre diez y veinte metros se arroja al foso que circundaba las murallas de su prisión, el
cuartel del Retiro. Maltrecho, pero con vida, desea mantener la libertad con tanto riesgo conquistada y se oculta en la iglesia de San Francisco para huir hacia nuestro país, embarcándose en el Riachuelo, en el atardecer del 31 de agosto de 1834. ¡Dos años largos había padecido en las mazmorras del tirano!
Ahora, desde su seguro refugio de
Montevideo, iba a combatirlo con todas las armas, durante los 18 años —hasta 1851— que permanece entre nosotros dedicándose a las más diversas actividades políticas, literarias y comerciales. Instala una panadería y
gana tanto dinero que le permite costear —desinteresado amigo de la libertad y defensor de la causa democrática— una parte de la segunda expedición de Lavalle contra Rosas.
En estos momentos el fracaso se ensaña con la noble causa unitaria y su
jefe recibe trágica muerte.
Aqui, en nuestro Montevideo se exalta el lirismo combativo de Ascasubi y con Paulino Lucero se convierte en el payador de los gauchos unitarios. La musa de nuestro Bartolomé Hidalgo —su predecesor — inspira sus versos.
Así lo declara desde "La democracia", Francisco Acuña de Figueroa, al saludar al nuevo poeta de estro gauchesco:
Gloria al digno sucesor
de Hidalgo, al vate argentino
que en estilo campesino
no tiene igual en valor.
Si, Ascasubi, ¿quién no acata
tus poéticos encantos?
tú embelesas con tus cantos
las dos márgenes del Plata.
Salúdote, amigo fiel,
y te pido aquí obsecuente
me dés para ornar mi frente
una hoja de tu laurel.
Confirmalo A. Magariños Cervantes con los siguientes versos:
Allá en la argentina orilla,
entre los nombres más bellos
lanzando vivos destellos
el tuyo, Ascasubl, brilla;
y aqui en la Patria Oriental,
nuestro más ilustre Bardo
ciñe en tu frente gallardo
una corona inmortal.
Después veremos que en Paulino Lucero y Aniceto el Gallo (con este último seudónimo combatirá algunas actitudes del general Urquiza, posteriores a la derrota del tirano Rosas) estará representada su producción satírico-politica que, por cierto, posee más valor
histórico que literario. Lograda la unidad nacional de su país, Ascasubi siente el cansancio de las luchas políticas y
desea entregar todas sus energias, con la generosidad que le es característica, al engrandecimiento —en todo sentido— de su amado pueblo. En 1854 contribuye a la instalación del gas en Buenos Aires y en 1857, merced sobre todo a su esfuerzo, se levanta, definitivamente, el teatro Colón.
Para todas estas obras entregó su actividad y su dinero.

A Europa en 1862
Hilario Ascasubi tiene 55 años. La lucha ha sido incesante y terrible en estos medios casi bárbaros. Confraternizó con Florencio Varela, Valentín Alsina, Domingo F. Sarmiento, Andrés Lamas y Bartolomé Mitre. Y es precisamente en la presidencia del último de los nombrados, que el coronel Ascasubi es enviado a Europa con la comisión de contratar hombres para defender las fronteras de los continuados ataques de los indios.
Se instala en Paris y durante diez años realiza, con toda eficacia, la labor que le ha sido encomendada.
Mientras cumple con la tarea de su oficina de contratos no descuida su producción literaria que reúne en tres volúmenes -"Paulino Lucero", "Aniceto el Gallo" y "Santos Vega"que entrega al editor Dupont. En 1872 aparecen, editadas en Paris, sus obras completas.

EL poster anhelo de Alfredo de Musset
En el alma del poeta gaucho encuentra eco la satisfacción de un deseo final expresado en fina solicitud lírica por Alfredo de Musset, el poeta del amor y de la juventud:
Mes chers amis, quand je mourrai
Plantez un saule au cimitiére.
Por asuntos relacionados con su misión, en 1864, Ascasubi regresa por breve tiempo, a Buenos Aires. Al volver a Paris lleva consigo un "sauce Llorón" para cumplir con el deseo del poeta de "Las Noches".
El 15 de julio de 1864, en el cementerio del Pére Lachaise, junto a la tumba de Alfredo de Musset, el amado árbol fija sus raices, previo mensaje del lírico gauchesco:
Un poeta de América te trae
aqueste sauce, cuya sombra grata
sobre la losa de tu tumba cae,
como un beso que manda al Sena el
[Plata.

Itinerario de una vida
En 1873 Hilario Aseasubi y su familia regresan definitivamente a Buenos Aires
La ancianidad del poeta busca el cíelo de su patria, Lejos de ella le sería penosa la muerte.
Entre el tiempo que va de su nacimiento en una carreta hasta el momento en que rinde un homenaje ante la tumba de Alfredo de Musset, se desarrolla el itinerario de una vida entregada —como él mismo solía decir— al "sostén de los principios de libertad y civilización".
En la madrugada del 17 de noviembre de 1875 se detuvo el ritmo de su corazón generoso.
Quizá modulara en los últimos momentos de su trabajada existencia, los
conocidos versos de su "Santos Vega".
Luego, en los brazos del sueño
los sentidos entregó.
Junto a su tumba, en elogio unánime, se alzaron las voces del general José Tomás Guido y del Dr. Mariano Varela.
Por sobre todo esto, los gauchos ríndenle el permanente homenaje del recuerdo identificado con el mito de
Santos Vega.

(La presente obra fue publicada en 1969 en el ejemplar de colección del Banco de Seguros del Estado, Uruguay.)
Comparto pues creo que vale la pena que estas cosas no queden en un simple recuerdo de quien por casualidad tenga el privilegio de conservar un libro de la época.
Nota: el lenguaje es gauchesco, espero no les asombre tanto como a mi.

Publicación by Ade♡ 

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